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      La Crisis de Migrantes y Refugiados: Obra del Imperialismo

      Por Alison Bodine y Tamara Hansen
      Traducido por Ana Laura Torres


      El titular del artículo de la CBC dice: "Encuesta sugiere que la mayoría de los canadienses se opone a aceptar más refugiados". Este artículo informa que "los resultados [de la encuesta] no sorprenden a los expertos y defensores de la inmigración, que señalan un cambio negativo en las percepciones sobre migración en todo el mundo, especialmente cuando se trata de refugiados. Dicen que la tendencia está avivada por la cobertura de los medios sobre la situación de los solicitantes de asilo que cruzan la frontera entre Canadá y los Estados Unidos."

      Alemayehu Beyene, un etíope que llegó a Canadá con su familia hace 2 años y medio, después de pasar unos 20 años en un campamento de refugiados en Sudán, dijo a CBC: "Tal vez no entienden por qué vinimos aquí. [...] Nadie quiere ser un refugiado. Alguien te obliga a convertirte en uno". Entonces, ¿de dónde vienen los refugiados? Y como país industrializado, rico y avanzado, ¿por qué tiene el gobierno de Canadá el deber y la obligación humana de dar la bienvenida y apoyar a cientos de miles más de refugiados y migrantes?

      Crisis para la humanidad: refugiados y migrantes del mundo

      Hoy en día, hay más de 70,8 millones de personas en todo el mundo que han sido desplazadas por la fuerza de sus hogares, según informa la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR). Las personas cuyos hogares se han vuelto inhabitables debido a la guerra, la ocupación, la pobreza extrema y la crisis climática, dejaron todo lo que alguna vez conocieron en busca de un lugar seguro para vivir.

      El mar Mediterráneo sigue siendo el cruce más mortal para los migrantes, que suben a pequeñas embarcaciones con pocas posibilidades de llegar a las costas de Grecia, Italia o España. Entre 2014 y 2018, más de 17.900 personas desaparecieron o fueron encontradas ahogadas en el Mediterráneo (Organización Internacional para las Migraciones-OIM).

      Viajando desde América Central también mueren miles de personas a medida que atraviesan México, incluyendo cerca de 2.000 que murieron en los últimos cinco años en la frontera de EE. UU. y México (OIM). Algunas de las personas que mueren en la frontera ya han caminado durante meses, en algunos casos más de 2.250 kilómetros en busca de seguridad en los Estados Unidos.

      Con muchos cuerpos sin identificar e irrecuperables, estos números son solo una estimación de la inmensa tragedia humana que es la migración forzada.

      La nueva era de la guerra y la ocupación

      Desde la invasión de Estados Unidos / Canadá / OTAN a Afganistán en 2001, el mundo se ha visto envuelto en una nueva era caracterizada por las guerras y ocupaciones imperialistas. La avanzada bélica liderada por los Estados Unidos ha recorrido desde el norte de África hasta el Medio Oriente, a través de América Latina y hacia el Caribe, y con cada momento que pasa, amenaza a otro país en desarrollo en otra esquina del mundo. Por supuesto, existe una correlación obvia y directa entre la guerra y los refugiados. A modo de ejemplo, la Agencia de Refugiados de la ONU (ACNUR) informó que, a partir de junio de 2019, el 57% de los refugiados provienen de solo tres países del norte de África y Medio Oriente, el epicentro de las guerras encabezadas por Estados Unidos: Siria, Afganistán y Sudán del Sur.

      Durante los últimos 18 años, desde que comenzó la nueva era de guerra y ocupación, los gobiernos imperialistas como EE. UU., Canadá y los países de la Unión Europea no han dado respiro a la guerra, la violencia y la devastación económica impuestas contra los pueblos de Afganistán hasta Irak, desde Siria hasta Yemen; y desde Haití hasta Libia. Estas intervenciones y sanciones militares han destruido infraestructura, viviendas, hospitales, escuelas y han desgarrado completamente el tejido social de muchos países. En medio de una guerra sin final a la vista, muchos se vieron obligados a huir, primero a sus hogares, luego a sus países y, finalmente, a escapar de la región por completo.

      Los gobiernos imperialistas también son responsables de la devastación económica impuesta a los países coloniales y semicoloniales de todo el mundo. El saqueo y la explotación de estos países continúan llenando los bolsillos de los ultra ricos, mientras destruyen las condiciones de vida y el medio ambiente del tal llamado "tercer mundo".

      La mayoría de las personas que huyen de sus hogares (80% según el ACNUR) se asientan en un país vecino, con la esperanza de regresar a su hogar algún día o por carecer de los recursos para viajar más lejos. Sin embargo, para aquellos que sí arriesgan sus vidas por un lugar seguro y protegido, estas dificultades suelen ser solo el comienzo, ya que enfrentan la violencia continua, el acecho de traficantes de personas y la violencia sexual, así como las políticas fronterizas inhumanas, el racismo y la intolerancia cuando finalmente alcanzan la frontera con Europa, Canadá o los Estados Unidos.

      Fotos que nos recuerdan nuestra humanidad compartida

      Una vez más, una fotografía devastadora de un ser humano sin vida acercó la tragedia de la migración a los hogares de millones de personas en los Estados Unidos y en todo el mundo. En la foto desgarradora, Oscar Martínez y su hija de 23 meses, Angie Valeria, están boca abajo en la orilla del Río Grande, al igual que Alan Kurdi, el niño sirio de 2 años que murió en 2015 boca abajo en las arenas de una playa turca.

      Estas imágenes cuentan la misma historia de penurias y, lo que es más importante, ilustran los extremos a los que las personas están dispuestas a llegar cuando ya no hay otras opciones. La culpa de sus muertes y las de miles de personas como ellos recae directamente sobre los hombros de los Estados Unidos y sus aliados imperialistas, sobre las guerras, las ocupaciones y el saqueo que los ha obligado a escapar y las políticas migratorias inhumanas que los han dejado sin ningún lugar a donde ir.

      Los migrantes de América Central y América Latina buscan una nueva vida en los EE. UU.

      Como informó Bloomberg News, “Más de 144,000 migrantes fueron detenidos a lo largo de la frontera de los Estados Unidos en mayo, un incremento del 32% con respecto a abril, y el mayor total mensual en 13 años, según Aduanas y Protección Fronteriza. Casi cuatro quintas partes de los detenidos procedían del Triángulo del Norte [referencia usada para los países de Honduras, El Salvador y Guatemala]".

      En América Latina y el Caribe, más de 500 años de colonización e intervención imperialista y saqueo han cavado una herida profunda. La falta de estabilidad política y económica y la violencia devastadora impuesta en estos países son el resultado de las 56 intervenciones militares de los EE. UU. (desde 1890), la llamada "Guerra de EE. UU. contra las drogas” y la continua intromisión de este país para asegurar el robo y el saqueo de los recursos de América Latina, beneficiar a la clase capitalista imperialista y permitirles crear un nivel de vida aceptable para las clases trabajadora y media en países como los Estados Unidos. ¿Cuántas personas de los países industrializados avanzados realmente se dan cuenta de que su comodidad y estándar de vida relativamente estable se lo deben a los miles de millones en los países coloniales y semicoloniales como Puerto Rico y Haití, a El Salvador y Brasil; a Nigeria y el Congo; a la India y Filipinas? Los poderes coloniales como Canadá y los Estados Unidos han desconectado con éxito a su gente del resto del mundo. Debemos volver a conectar esta desconexión.

      La relación entre la intervención de los Estados Unidos en América Latina y la situación devastadora en Honduras, El Salvador y Guatemala se expresa más claramente en el golpe de estado en Honduras del año 2009 apoyado por EE. UU.. Hace 10 años, Estados Unidos respaldó el derrocamiento de parte de la derecha del gobierno electo de Manuel Zelaya. Desde entonces, han escalado la represión política, la violencia estatal y el aumento de la pobreza en Honduras, creando vacíos estructurales e institucionales, junto con una profunda inestabilidad en todo el país. Luego de que el golpe de Estado apoyado por los Estados Unidos en Honduras terminara con la presidencia de Manuel Zelaya, este país con perspectivas de desarrollo político y económico se convirtió en un Estado fallido.

      Las pandillas en toda la región, como la MS-13 a la que a menudo hace referencia Trump, el presidente de los Estados Unidos, se formaron primero en las prisiones estadounidense y luego se trasplantaron a Honduras, El Salvador y Guatemala cuando las personas fueron liberadas de la prisión y luego deportadas. Como informa el ACNUR, las condiciones de vida de las personas en el Triángulo del Norte no están mejorando, “las tasas de homicidios actuales se encuentran entre las más altas registradas en América Central. Varias ciudades, entre ellas San Salvador, Tegucigalpa y San Pedro Sula, se encuentran entre las 10 más peligrosas del mundo. La evidencia más visible de violencia es la alta tasa de homicidios brutales, pero hay otros abusos contra los derechos humanos que están aumentando, incluido el reclutamiento de niños para las pandillas, la extorsión y la violencia sexual".

      Debido a la inestabilidad política y la profunda pobreza en la región, muchas personas se ven obligadas a abandonar sus lugares de origen en busca de una vida mejor, a veces debido a amenazas y violencia, y otras debido a la falta de oportunidades financieras. El ACNUR predice que "para fines de 2019, se espera que haya 539.500 personas desplazadas de América Central". Muchas de estas personas desplazadas están tratando desesperadamente de ir al norte y encontrar un camino hacia los Estados Unidos. La reacción del gobierno de los EE. UU. ante el creciente número de migrantes en su frontera con México, país al que culpa de la desesperación de los migrantes, ha sido criminalizar y detener a quienes intentan huir de una situación insostenible en su país de origen. Ahora, la administración de Trump se enfrenta nuevamente a una reacción violenta por las terribles condiciones para los niños en la frontera de EE. UU./México, donde quedan solos en jaulas, sin cuidados y sin siquiera un cepillo de dientes. Desde finales de 2018, seis niños han muerto mientras estaban detenidos en la frontera.

      Prisiones al aire libre, campos de concentración, llámelos como guste, el gobierno de los Estados Unidos les está negando a los migrantes su dignidad humana básica, y mucho menos respeta sus derechos y protecciones garantizadas según el derecho internacional.

      Cada día llegan más niños, junto con más migrantes. Las políticas del gobierno de los Estados Unidos están causando muertes y sufrimiento, y sin lugar a todas, solo hace falta un breve repaso de la historia para confirmar que un muro y la criminalización no son elementos disuasorios para quienes no tienen opciones. Solo hace que los cruces sean más caros y más mortales.

      Los migrantes de Oriente Medio y África del Norte buscan una nueva vida en Europa

      "En total, hubo un 24% menos de personas que viajaron por el Mediterráneo en 2018 en comparación con 2017, y un 84% menos que en 2015. La proporción de personas que perdieron la vida durante el cruce aumentó porque se vieron obligadas a elegir rutas más peligrosas y la guardia costera libia, que ahora está patrullando la costa, carece de las capacidades de los servicios de rescate europeos. Según el Consejo Noruego para los Refugiados, un 7% de todos los que viajaron por el Mediterráneo en 2018 perdieron la vida." -Informe "Hora de ajuste de la política europea de refugiados" del Consejo Noruego para los Refugiados.

      El miedo experimentado, especialmente por las mujeres migrantes, es evidente en una entrevista con la revista Nation en abril de 2019, y también es sorprendentemente similar a las entrevistas y artículos sobre los peligros que enfrentan las mujeres y los niños que emigran del Triángulo del Norte. The Nation entrevistó a Leila (no es su nombre real), una refugiada de Afganistán en el campamento de refugiados de Samos en Grecia, donde 4.000 personas viven en una instalación con 648 camas. Leila explicó: “Cuando llegamos aquí en diciembre no había lugar para dormir, así que tuvimos que comprar una tienda de campaña con nuestro propio dinero e instalarnos en el bosque fuera del campamento. […] Estaba demasiado conmocionada por las condiciones para siquiera pensar en lo frío o apretado que estaba, pero pensé que al menos habría reglas y seguridad. Pero no hay reglas. La gente tiene peleas en el campamento y los ves sangrando, pero nadie hace nada. Los hombres beben y festejan toda la noche, así que es demasiado ruidoso para dormir. Es tan aterrador por la noche, que tenemos que movernos juntos tomados de la mano para ir al baño”.

      Mientras el gobierno de los EE. UU. y sus aliados, incluidos los países de la Unión Europea, continúen bombardeando, sancionando e invadiendo Oriente Medio y el norte de África, continuará la migración a Europa. Los gobiernos europeos deben asumir la responsabilidad de la devastación que han causado y aceptar a los migrantes y refugiados con los brazos abiertos.

      ¡Canadá puede y debe actuar mejor!

      Quizás haya quien opine, bueno, Canadá es diferente y acoge a los migrantes y los refugiados. Sin embargo, esto distorsiona el hecho de que según el informe de tendencias globales de ACNUR en 2018, Canadá solo ha recibido a 28.100 refugiados de los aproximadamente 1,4 millones que necesitaban ser reubicados (globalmente, lamentablemente, hubo más de 90.000 reubicaciones ese año). Otros también podrían decir que Canadá es diferente porque no estuvo involucrada en la guerra en Irak, o porque todavía es vista por algunos como un país pacífico. Sin embargo, las manos del gobierno de Canadá también están cubiertas de la sangre de las personas en todo el Medio Oriente y el norte de África; pensemos en Afganistán, Libia, Sudán y Mali. Actualmente, Canadá está incluso en Irak, con 250 miembros de las Fuerzas Armadas Canadienses programados para permanecer allí hasta noviembre de 2020 (sitio web del Gobierno de Canadá).

      En comparación con la economía, la población y la gran masa de tierra de Canadá, el gobierno ha establecido objetivos de acogida de refugiados vergonzosamente bajos. En 2018 fue de 7.500 y en 2019 se programaron 9.300. ¿Con más de 25 millones de refugiados en el mundo, Canadá ni siquiera acepta 10.000 al año? El mensaje general de la política de inmigración de Canadá sigue siendo que hay puertas abiertas para los ricos, y un proceso largo y traicionero para los pobres y explotados que desean quedarse por más de un corto tiempo para trabajar por bajos salarios.

      No solo eso, el CBC descubrió en octubre de 2018 que la Agencia de Servicios Fronterizos de Canadá (CBSA por sus siglas en inglés) tiene un plan para aumentar el número de expulsiones de migrantes considerados "inadmisibles" a un objetivo de 10.000 por año. Entonces, ¿ahora Canadá deportará a más personas de las que se están estableciendo como refugiados?

      ¡Abra las fronteras – estatuto jurídico y derechos humanos, democráticos y civiles!

      Después de muchas promesas, desde que Trudeau asumió el cargo en otoño de 2015, el gobierno liberal finalmente ha aceptado a poco más de 50.000 refugiados de Siria, combinando a quienes son patrocinados por el gobierno y por privados. ¡No es suficiente!

      Además, según lo informado por la revista Maclean, “el presupuesto federal de 2019, por ejemplo, propone quitarles el derecho a una audiencia completa de refugiados”. ¡Vergüenza para el gobierno de Trudeau por decir que están acogiendo a los refugiados, al mismo tiempo que les quitan derechos!

      El gobierno de Canadá tiene la responsabilidad de aceptar de inmediato a 200.000 refugiados y otorgarles el estatuto jurídico, así como el acceso a todos sus derechos humanos, democráticos y civiles.

      Sin embargo, en lugar de aceptarlos con los brazos abiertos, como tienen la responsabilidad de hacerlo, los gobiernos de los Estados Unidos y Canadá, junto con sus aliados, están criminalizando no solo a los migrantes sino también a las personas que trabajan para salvar sus vidas. En junio de 2019, el gobierno de Italia arrestó a la capitana de un barco de Sea Watch que había rescatado a 40 personas del Mediterráneo por haber violado la prohibición de que los migrantes desembarcaran en las costas italianas. En los Estados Unidos, Scott Warren enfrenta 20 años de prisión por dejar agua y alimentos a los migrantes que cruzan la frontera México-EE. UU. a través del terreno mortal del desierto.

      Como personas pobres, trabajadoras y oprimidas en los EE. UU. y Canadá, debemos solidarizarnos con los migrantes y refugiados que se presentan en la puerta de la Casa Blanca o la Colina del Parlamento, y hacer saber a los gobiernos imperialistas que ya no pueden seguir ignorando el sufrimiento que han impuesto a millones de personas en el Medio Oriente, África y América Latina.

      ¡Abran las fronteras de forma inmediata e incondicional!

      La versión original del artículo fue publicada en inglés en Fire This Time Vol. 13 Ed. 7 (julio 2019)

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