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      Una Lección de Democracia

      By Ben Lefebvre*

      El 13 de agosto de 2018, Cuba comenzó un proceso de tres meses para revisar la Constitución de la nación mediante la cual sus ciudadanos debatieron las propuestas presentadas por la Asamblea Nacional del Poder Popular (ANPP). En términos canadienses, el ANPP sería el equivalente de nuestro parlamento federal.

      El proyecto de constitución se dio a conocer a más de 8,9 millones de personas que asistieron a una de las 133,681 reuniones que se llevaron a cabo en todo el país. Más de 1.7 millones de ciudadanos comentaron sobre los cambios propuestos.

      Al final, surgieron más de 780,000 propuestas concretas para modificar, agregar o eliminar secciones particulares del borrador. Todas las propuestas fueron examinadas por un gran número de empleados que tuvieron la difícil tarea de compilarlas temáticamente y redactar el documento antes de enviarlo a la Asamblea Nacional para su posterior discusión.

      El proceso de consulta pública finalizó el 15 de noviembre. El borrador final de la nueva constitución fue debatido y finalmente aprobado por la Asamblea Nacional el 22 de diciembre.

      El documento se imprimirá y distribuirá ampliamente antes de que se realice un referéndum nacional el 24 de febrero de 2019 para ratificar la nueva Carta Magna cubana.

      Esto no solo fue un ejercicio de democracia, sino también una indicación de la fe que el gobierno cubano tiene en sus ciudadanos. Es un reflejo notable del compromiso de la población de cualquier país cuando más del 80% de la nación está interesada en la redacción de un documento que ayudará a guiar al país en el futuro previsible.

      Después de más de 400 años de dominio colonial español, seguidos por 60 años de control político y económico por parte de los intereses estadounidenses, Cuba emprendió su propio camino. Después de dos años de guerra de guerrillas, el país fue liberado el 1 de enero de 1959 por el ejército rebelde y su líder carismático, Fidel Castro.

      Cuba se encuentra en una encrucijada como nación. A pesar de que solo un partido político ha existido en la isla durante casi 60 años, el liderazgo revolucionario del país siempre ha sostenido que la democracia puede prosperar a través de la voluntad colectiva de la población.

      No todos los cubanos están de acuerdo con el sistema político que ha existido desde que se ganó la revolución y no ha sido una transformación fácil de un sistema de gobierno capitalista a uno socialista. Sin embargo, los resultados son realmente impresionantes cuando se hacen comparaciones con otros estados nacionales de América Latina y el Caribe, por no mencionar otros llamados países del “primer mundo”.

      El bloqueo económico, financiero y comercial impuesto unilateralmente por el gobierno “democrático” del entonces presidente de los Estados Unidos, John F. Kennedy, luego de su intento fallido de derrocar al nuevo gobierno en Playa Girón en 1961, ha causado inmensas dificultades para el pueblo cubano.

      Y, sin embargo, los Estados Unidos continúan reclamando el derecho de origen divino a imponer su voluntad en otros países como es el caso actualmente en Afganistán, Irak, Siria, Venezuela, Nicaragua, etc., hasta el infinito.

      La política exterior de Canadá ha reflejado la de los Estados Unidos durante demasiado tiempo y ahora estamos viviendo las consecuencias de nuestra dependencia económica y la pérdida de la soberanía nacional a nuestro vecino del sur.

      En Canadá, podemos hacer mucho más como país y tenemos que reclamar el terreno elevado. ¡Podríamos incluso tomar una lección de democracia de Cuba algún día!

      Ben Lefebvre es un voluntario comunitario, organizador, activista y socialdemócrata. Ha estado compartiendo su tiempo entre el Canadá rural y Cuba, donde ha escrito extensamente sobre cultura y política latinoamericana y caribeña.



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